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Ajuda de emergència COVID-19
“DÉNLES USTEDES DE COMER”
Nuestra realidad:
Los primeros días de marzo empezaron las medidas en el país de San Romero de América, nuestro país El Salvador, para contener la pandemia mundial del covid-19. Desde entonces se fueron adoptando medidas similares a las que se aplican en otros países del mundo.
El 14 de marzo empezó la cuarentena que continua hasta la fecha. A partir de este momento se han multiplicado las peticiones de ayuda al Comité de Solidaridad Óscar Romero. La pandemia ha provocado en América Latina un drama mayúsculo; se ha convertido en el rostro de la tragedia ya que concentra el mayor número de casos por cápita de la región, con fallecidos recogidos en las calles y en sus domicilios sin ninguna atención hospitalaria. Muchos cadáveres permanecieron en las calles hasta que algunos países habilitaron fosas comunes.
Ni siquiera funcionaron los crematorios que cobran altas sumas por la recepción de los cuerpos. Algunos gobiernos ocultan la magnitud de las víctimas fatales, a veces parece que existe indiferencia ante la muerte.
Además, se produjo el desborde del sistema hospitalario y del sistema sanitario. Sin unas políticas públicas adecuadas, el contexto es sinónimo de pobreza, subalimentación, hacinamiento, falta de vivienda, barriadas sin agua corriente ni servicios sanitarios. La falta de agua es el mayor impedimento para algo tan simple como lavarse las manos. Así mismo los factores anteriormente mencionados impiden cumplir los requisitos básicos del distanciamiento social.
Por otra parte, la emergencia sanitaria empalma con otras infecciones de gran impacto propias de estos meses, como el dengue o la malaria… El sistema hospitalario se colapsó; la falta de camas para cuidados intensivos y de respiradores de emergencias, junto con la escasez de pruebas realizadas han agravado la situación, especialmente de las personas más empobrecidas de El Salvador.
Desde hace varias semanas los contagios entraron en las zonas rurales y/o comunidades muy pobres, los contagiados están en el más absoluto desamparo. Si en las grandes ciudades ya se ha colapsado el sistema sanitario y hospitalario, ¡qué decir de la realidad en la que sobreviven las comunidades más pobres sin ningún recurso! Algunas comunidades indígenas no cuentan ni con una visita médica al mes, algunas personas a duras 2 - COR-BCN penas van al médico del pueblo más cercano, no disponen de medicamentos, ni pruebas, ni posibilidad alguna de ayudas. No tienen acceso ni a la alimentación elemental, aún menos a medicinas, mascarillas, alcohol o desinfectantes… Ante esta realidad, el Gobierno viene formulando proyectos de ley neoliberales que priorizan el capital a costa de la vida de la gente.
Para reducir los gastos el estado realiza despidos diarios en la administración pública… El sector privado, de igual forma, al carecer de medios de pago ha empezado a despedir trabajadores masivamente. El desempleo y la delincuencia crecen, así como la corrupción. El confinamiento paralizó todas las actividades productivas del país. Miles de empresas, negocios, tiendas de barrio han quebrado, decenas de miles de personas se hallan en el paro y para agravar aún más la situación, en El Salvador no existe ningún subsidio de desempleo. Quienes pierden su trabajo se quedan a la intemperie. Los trabajadores informales, un 70% de la población económicamente activa, que sobreviven de minúsculas ventas en la calle, viven la pesadilla de la pandemia: “o morimos de hambre o morimos del contagio” es por eso que se arriesgan a salir a las calles a pesar de las restricciones y persecuciones. Miles y miles de familias sobreviven con unos $20 dólares al mes… como mucho.
No tenemos ninguna posibilidad ni esperanza de que ante esta realidad los millonarios y los grandes empresarios del país -que si los hay- “se solidaricen” con los empobrecidos. La pandemia no los conmueve pues priorizan sus fortunas por encima del drama de la población. “El coronavirus ha desencadenado otra crisis del capitalismo dependiente y la escala prevista de esa convulsión es aterradora. La agresión contra los salarios y el empleo coexiste con rescates que privilegian el socorro a los empresarios. La viabilidad de esos auxilios dependerá de la duración de la recesión y sus modalidades prefiguran distintos cursos de la economía luego de la pandemia” (Katz)
“En resumen, vivimos una hora trágica desde el nivel macro económico hasta el familiar. Pareciera que en esta época el optimismo se hallara en cuarentena. Este bicho que se ha instalado en nuestra Casa Común, está atacando a la humanidad y cual lobo hambriento anda buscando a quien devorar. Todos estamos o contagiados, o presas del miedo al contagio, o hemos sufrido la pérdida de seres queridos o de amigos. Y los gobiernos trabajando más en salvar la economía que las vidas. Es una realidad, inédita, funesta, dolorosa; vivimos un auténtico viacrucis camino hacia el calvario, en el cual evidenciamos y agradecemos la presencia de heroicos Cirineos y Verónicas y de seres humanos que generosamente comparten -como la viuda de Sarepta- lo único que tienen.”. (Katz)
REFLEXIÓN: En esta hora, parece que hoy Jesús duerme y se desentiende de nuestra realidad doliente y trágica ante la presencia de esta tormenta inesperada. Probablemente a muchos les habrá increpado su desinterés, su ausencia en esta pandemia. Quizás incluso en nuestro inconsciente quisiéramos que Él actúe como el buen “milagrero” que imaginamos que es; que con su varita mágica nos solucione la encrucijada que vivimos: sane a los enfermos, multiplique los panes y los peces para solucionar la hambruna de los empobrecidos del campo y la ciudad y expulse a los demonios de la corrupción. Demonios que saquean y se apropian de los recursos naturales, que movidos por la competitividad y productividad explotan sin fin ni medida a 3 - COR-BCN los pueblos y a la madre tierra. Demonios que tienen hambre y sed insaciable de ganancias crecientes y nos arrebatan no sólo el pan de cada día, sino hasta la fe y la esperanza. Pero Jesús no duerme, está más presente que nunca. Él venció a la muerte, y desde su resurrección – insurrección nos anima a la subversión contra este sistema injusto. “En la tormenta espero, espero, siempre espero que ha de brillar un día, un sol esplendoroso... y nunca hijo, nunca me engañó la esperanza y nunca hijo, nunca desesperé del todo.”
(Mons. Proaño) Necesitamos un cambio profundo y radical del sistema económico y político. “El capitalismo sólo es bueno para los ricos; para el resto es un purgatorio o un infierno, y para la naturaleza, una guerra sin tregua” (Boff). El capitalismo NO DA MÁS. Las reformas nunca han servido, es maquillaje. Este tiempo nos han enseñado que nada va a ser como antes. Tenemos que crear nuevas realidades, nuevos paradigmas, cielos nuevos y nueva tierra que incluyen un cambio cultural, una profunda conversión ecológica y del corazón, y el florecimiento de la espiritualidad. Urge desechar la lógica consumista, de la especulación y la acumulación perversa, de la concentración de capitales, de la explotación sin fin de la naturaleza como si fuera despensa sin fondo. Es imperioso conseguir la anulación de la llamada deuda externa de los países saqueados y poner fin a las políticas extractivistas y pasar del antropocentrismo al cosmocentrismo. Urge construir vidas, comunidades simbióticas; fortalecer la educación y salud PÚBLICAS; concertar un salario mínimo mundial que cubra un nivel de vida digno para todos; privilegiar el valor de uso sobre el valor de cambio; redefinir las relaciones con la naturaleza; radicalizar la democracia; fomentar la interculturalidad, construir el Bien Común de la Humanidad, el Sumak Kawsay. Sabiamente François Houtart nos propone la construcción de una nueva ética basada en “deslegitimar el capitalismo como sistema; globalizar y hacer converger las resistencias al neoliberalismo y reconstruir la esperanza”.
NECESIDADES y URGENCIAS: En esta realidad de hambruna y carencias que se generaliza, resuena en nuestros oídos el pedido que hizo Jesús a sus discípulos ante la multitud hambrienta: “DÉNLES USTEDES DE COMER”, y la impotencia es grande. En las comunidades más pobres se ha agravado la marginación. Y el acceso a la sanidad es mínimo, pues en las ciudades, los hospitales ahora priorizan la atención a los infectados. Para paliar al menos en algo esta crítica situación y apoyar al menos a 2.000 familias de las más necesitadas de las comunidades más necesitadas, requeriríamos: Número Requerimiento mínimo Prec. Indiv. Precio Total 5.000 Mascarillas lavables bioseguras $ 0,50 $ 2.500,00 500 Aporte en medicinas+ vitaminas $ 50,00 $ 25.000,00 500 Raciones alimenticias (1 vez) $ 50,00 $ 25.000,00 500 Alcohol y desinfectante $ 2,00 $ 1.000,00 $ 53.500,00 VALOR EN DÓLARES: 4 - COR-BCN Este aporte sería para al menos 500 familias de las más comunidades más necesitadas. Lo mínimo para auxiliar a estas familias asciende a $33.500,00, dando un aporte de $ 100,00 a cada una en una sola ocasión. El aporte consistiría en una ración alimenticia, 5 mascarillas lavables y bioseguras por familia, medicinas, vitaminas para elevar las defensas orgánicas, alcohol y desinfectantes; lo mínimo indispensable para sobrevivir en esta pandemia. Como la situación de emergencia es tan grave a nivel mundial, no hemos querido exponer nuestras carencias y requerimientos mínimos y, menos aún, poner cifras a las necesidades sentidas de nuestro país, pues sabemos que, en todas partes, los recortes en sueldos y los despidos de las empresas que cierran son muy angustiantes. Sin embargo, expresamos nuestra necesidad de conseguir algún aporte. Cualquier aportación es importante: se puede enviar ayuda para para 1 familia, para 10, 50, 100, ó 200 familias, conociendo que el aporte mínimo que pensamos dar por familia asciende a $100,00. Hemos habilitado una cuenta en la que puedes colaborar con nosotros en estas actividades de solidaridad para los más necesitados por esta crisis. Banca Ética: ES68 1550 0001 2000 0903 0628 GRATITUD: Expresamos desde ya nuestra gratitud por la atención prestada a esta solicitud. Que el Señor los bendiga y proteja y los llene de vida y salud.
Comité de Solidaridad Óscar Romero,
Jordi soriano y Eusebio Argueta